He leído, muchos cuentos de Hadas , también los he contado, como la mayoría de las niñas de mi generación, mi primer contacto con la lectura fue a través de ellos. No estoy hablando, que también están en mi vida, de los cuentos de los clásicos, Caperucita, Blancanieves o El Gato con Botas, lo estoy haciendo de aquellos que con preciosas ilustraciones, se publicaban en un amarillento papel que se ajaba rápidamente, nos contaban los amores y desamores de príncipes y campesinas, de apuestos leñadores y ogros malos, de los que había que salvar a la enamorada, y de reyes que entregaban a sus hijas como premio si alguien solucionaba los problemas del reino.Así eran, o así los recuerdos, y dejaron su huella en mi niñez. Después, ya se sabe, nos damos cuenta, quizá demasiado pronto, que el mundo no es así, que los príncipes siguen siendo príncipes (aunque no lleguen a reyes) los leñadores continúan talando arboles, que no eran siempre los ogros los mas crueles del relato, y las enamoradas, campesinas o princesas, deben buscarse solas, y por su bien, su "salvación". Pero, y siempre existe un pero, no se porque cuando comprendemos que los cuentos son cuentos, vamos y sin rendirnos a la realidad, empezamos a leer unas revistas, también bellamente ilustradas y con mejor papel, donde nos enseñan unos preciosos zapatos, unos vestidos en los que, aparte de no poder pagarlos, nunca nos podremos meter, bolsos a los que nuestro " bolso" nunca podrá llegar y preciosos viajes que no realizaremos. Como en los cuentos, posamos nuestros ojos con ilusión y nos sentimos contentas de, al menos,poder comprar la revista. No escarmentamos debe ser, en el fondo, que, a quien, no le gusta soñar.






.jpg)